jueves, 15 de noviembre de 2012

JAMAS


Una de mis adicciones confesables en esta vida son las frases de folclóricas y películas. Me gusta meditarlas y pensar como poder espetarlas en las ocasiones especiales que merezcan dicha distinción.

Una de las primeras frases que me quedo a fuego en mi mente fue la de la famosa Rocío Jurado ( es una gran inspiración en este campo). Estaba en la estación de Atocha, la perseguían por algún tema de corazón. En una arrebato de los suyos dejo caer un maxibolso dorado y grito a pulmón lleno:¡¡¡No vengo más nunca al AVE!!!  Esta afirmación la he repetido infinidad de ocasiones pero colocando detrás los nombres de locales donde he acabado borracho, los restaurantes donde me he sentido estafado, el concierto de Yann Tiersen, una quedada en casa de una amiga donde quedamos para ver una película y tenían que descargarla( en esa época 0.3 megas era supervelocidad).  Osea mogollón veces.

Pero hay más (como dirían en los Shows). Isabel Pantoja es otra fuente de inspiración en lo referente a frases y aptitudes a imitar en ciertas ocasiones, eso sí ocasiones jocosas. Me encanta mirar como lo hizo ella cuando le preguntaron si iba a ir a la cárcel, me encanta mover la cabeza como lo hizo cuando afirmo que ella no le quito el marido a nadie y cuando me preguntan si quiero ir a la Gramola (Disco pub trasnochado de Orihuela) decir: Jamás, ¡¡¡Jamaaaas!!!


No puedo olvidar a la pionera, la gran Lola flores. Tiene un gran repertorio en su haber pero yo me quedo con el gran momento del pendiente. Paró una grabación y pidió a Iñigo (gran presentador de la época, famoso por su frondoso bigote)  recuperar su pendiente, era de los buenos y no quisiera que se perdería en el plato. Lola era total.



También tengo un gran repertorio de frases de películas, tantas que a veces no sé si lo que estoy hablando es de la película Princesas o son referentes a experiencias personales.

Hay una frase de la Película Dracula, en la conversación de las 2 protagonistas donde una le dice a la otra: Es el momento más importante de mi vida y parece no importarte.  Alucinante.Aunque en la película de Princesas aparecen las 2 frases más hermosas que se han pronunciado en el mundo del celuloide: Existimos porque alguien piensa en nosotros  y que te quieran es que te vayan a recoger al trabajo. Esta ultima me emociona particularmente ya que cuando he visto por el escaparate a quien ha ido a recogerme (Véase novios y amigos) me hace temblar de emoción,  la sonrisa se dibuja en mi rostro y solo se relaja y desaparece cuando estoy profundamente dormido.

Recordando finales de películas, son un filón a lo que frases sentencia se refiere. Tengo un final de una película en la mente, por la que haría cualquier cosa para que  ocurriera en mi vida, es un momento precioso. La  película tiene nombre largo e intenso pero es una película delicada, maravillosa y sencilla.  La mejor ”frase” que tiene ese film es cuando se encuentran los protagonistas y no se dicen nada, se miran y siguen sin decir nada,  detrás suena la maravillosa banda sonora de Angelo Badalamenti.

 No dicen nada para decirlo todo. Sé que ya empezáis a tener una imagen mía, la de un  gran peliculero.







viernes, 9 de noviembre de 2012

ALGODON COLOR BEIGE




El día es gris, la lluvia no para, no cesan de entrar a la tienda para preguntarme por planchas de vapor con bluetooth, suena alma mía interpretada por un cubano excepcional. Un brain storming que me deja consternado mientras la humedad me acecha el lagrimal en esta mañana. Tengo muchas sensaciones cruzadas.  El día es tremendamente elegante, calado todos los minutos de un gris marengo  que me inocula contra  los clientes que provocan a mis colmillos doblando su longitud. La canción termina por ponerme tremendamente nostálgico.



Esa sensación  me hace recordar mis historias pasadas, de las oportunidades que he concedido y las que me han obsequiado. Oportunidades que nos proporcionábamos  a sabiendas de un final mal escrito desde muy al principio mientras yaces contando lunares de la espalda.

Hace unos tres años me compré un pantalón chino en color crema de Hugo Boss. Estaba como loco por tenerlo, tenía una suavidad propia de un producto made in Germany, me hacia un culito prieto y me quedaba genial. Al tomarme la medida no sé por qué me los dejaron cortos. Odio ese tipo de largura de camal. Me quejé al encargado, el encargado me expuso la nueva corriente del pantalón capri para hombre. Convencido del todo no me quedé, este tipo de pantalón me hace un tapón paticorto, pero   como diría Carmen Kass: Fashion is fashion.

Cada vez que me pongo el pantalón me siento casi fenomenal, el algodón es fantástico, de  cintura me queda genial pero el largo hace que me lo quite y nunca salga de mi habitación. Mira que le he dado oportunidades a este pantalón, mira que me lo he colocado de mil formas para que no parezca que no está corto, mira que me gusta pero ese fallo hace que lo deposite en la última percha de mi armario, inmóvil, riéndose de mí a cada mañana que lo esquivo por algo de Zara.

No sé por qué lo tengo en el armario y por qué como en un embrujo barato, sigo probándomelo de vez en cuando.  Lo que sé es que es precioso, que tiene un tacto ideal y que tiene el olor embriagador de las piezas nuevas que siempre termina perdiéndose.  Pero de un modo no puedo aún decir un adiós tajante, sería como reconocer mi torpeza, renunciar a ese Antonio elegante y de culo prieto que me imagino con él, a lo que pudo haber sido y nunca fue.

A pesar de contar esta historia y de la atmosfera nostálgica que desprende, Estoy convencido de que tendré la oportunidad de encontrar otro pantalón maravilloso, donde la marca o firma sea lo de menos. El largo lo ajustaré yo, no consentiré que nadie me hable del estilo capri, tendrán el riesgo de un capón.

 Desde hace tiempo tengo el lugar perfecto en el armario para él.







viernes, 2 de noviembre de 2012

MOSTRAR



¿En qué medida somos responsables de la imagen que proyectamos?

La respuesta sería muy variable en función de quién fuese cuestionado, pero todos coincidiríamos en que somos potencialmente responsables de todo lo que proyectamos, aunque nos duela un poquito al afírmalo.

La comparación para intentar responder a la pregunta la haría con una tienda y su escaparate. El escaparate es lo que hace atractiva o desastrosa a una tienda. Por ejemplo, el escaparate que me representaría en el caso de que me presentasen a Clive Owen, sería el de Louis Vuitton. Pero si me presentan a Donatella versase, el escaparate sería de una tienda de fitosanitarios.

Cuando conocí a uno de mis mejores amigos, su impresión sobre mi fue la misma que ver una tienda de alta costura ubicada en una vía pecuaria de un pueblo turolense. Vamos,  que era un frívolo de pedanías. Pero le hizo detenerse un poco, porque al mirar el escaparate vio al fondo un sastre riéndose de sí mismo, tomando una achicoria con anís y con serriche (planta horrible de la familia de las gramíneas) en los calcetines. Solo por ver eso entró. Y entró para quedarse.
Alabo el gesto infinitamente más al  reconocer que yo no suelo tener esa paciencia ni suelo ser nada condescendiente al ver escaparates nefastos, si me paro, es para mirar mi reflejo, autoafirmarme conmigo mismo y seguir camino.



Hace algún tiempo me brindaron unos amigos queridos una cita a ciegas encubierta. Accedí por que  encubierta era que  quedábamos 10 personas con el susodicho. Mis queridos amigos me conocen y saben de mis reacciones tanto para bien como para mal.

El lugar fue una ciudad de cuyo nombre no quiero acordarme. Nos quedábamos a pernoctar los 10 en su casa. Ese hecho me ponía nervioso ya que sentía la presión de quedar bien, por ser tan hospitalario con todos, pero había dentro de mí una sensación de descontento que crecía a medida que íbamos llegando a su casa. Entonces ocurrió lo que no creía mis amigos que ocurriría, pero que yo sabía hacía tiempo que pasaría. Al ver su escaparate me dieron ganas de irme a mi casa. Pero había que ser correcto y comportarse. Nunca he podido esconder lo que siento,  siento que mi cara es expresiva y aquí,  me la jugó de nuevo. Para ser más exacto fui muy desconsiderado, ya que todo lo que me salía por la boca eran afirmaciones como: “que mogollón de calor hace en esta vivienda de protección oficial”, “ ¿Tienes algo que no esté caducado?” y 
“ Aquí huele a cadáver”.
 
No hace falta explicar qué tipo de escaparate mostré a la cita (desastrosa) a ciegas, pero Os lo digo yo:
”Cerrado hasta el 2065”.